Carlos Giménez se ha quedado sin Príncipe de Asturias, pero se lo merece. A toda su brillante carrera ha sumado en los últimos años ‘36-39.Malos Tiempos‘ , del que acaba de aparecer su cuarto y último volumen, editado por Glénat. Un nuevo ejercicio de maestría, en el que, lejos del campo de batalla de la Guerra Civil, se describe la miseria de los habitantes de Madrid en los estertores del conflicto.

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A lo largo de esta obra, Giménez ha dejado a un lado a los héroes y los generales, se ha alejado de las trincheras, para narrar el día a día de los supervivientes a las bombas y la miseria. Este último tomo refleja el final del conflicto y los meses posteriores. Así, el obrero Marcelino ve con desesperación como en Madrid, ya antes de que las tropas franquistas entren en la capital, «los mismos que ayer levantaban el puño y gritaban ‘¡Viva la República!’ ahora hacían el saludo fascista y se desgañitaban gritando ‘¡Viva Franco!».

Giménez capta en los detalles la situación de desconcierto tras el fin de la guerra. Gentes cuyos ahorros no valen nada, cuyos puestos de trabajo se desvanecen y se ven obligadas a mendigar. Y en medio del caos, las buenas y las malas personas. El amigo de toda la vida, ahora enriquecido, que hace favores sin pedir nada a cambio. La señora influyente que rescata al protagonista de la cárcel, porque este la ayudo cuando era su hijo el detenido. El soldado que da de comer a los niños hambrientos. Las ganas de revancha de unos y la derrota a flor de piel de otros.

Al miedo de los mayores se une la mirada inocente de los niños. Es a través de ellos como Giménez se acerca a la muerte que queda en las trincheras, o a la que trae el hambre y la miseria en forma de tuberculosis. Y también desde esa perspectiva, el autor nos enseña como, en medio de la desolación, el pueblo de Madrid quiere salir adelante. Aunque la derrota duela, lo primero es alimentar a los hijos.

En definitiva, otra gran entrega de un enorme Giménez, tanto en la narración como en el dibujo, que nos muestra la tragedia cotidiana de aquellos ‘Malos Tiempos’. Esta vez no pudo ser, pero, conociendo al mundillo del cómic español, seguro que el gran dibujante optará de nuevo al Príncipe de Asturias de las Artes. Lo merece Giménez como autor, y el cómic como medio.